miércoles, 30 de julio de 2014

"La fábula de Aracne", de Velázquez.

 Comenzamos esta serie de comentarios a las obras de arte universales con una de las pinturas más famosas del genial pintor patrio Diego Rodriguez de Silva y Velázquez. En esta ocasión hablaremos sobre el cuadro titulado "La fábula de Aracne" y más conocido como "Las hilanderas".



En la imagen podemos observar dos planos claramente diferenciados que nos muestran imágenes bien distintas. En un primer plano tenemos una imagen estándar de caracter costumbrista, donde el autor, fiel al estilo de la época, nos narra una escena cotidiana, en este caso, la de las mujeres hilando. Concuerda fenomenal esta escena con la corriente costumbrista barroca, que nos quiere hacer ver a través del arte cómo eran las costumbres y el día a día de la época. Las mujeres charlan animadas entre ellas mientras no dejan de trabajar.

En un segundo plano. al fondo, tenemos la imagen que da título a la obra. En ella se narra la fábula de Aracne que vamos a pasar a ver enseguida.

La joven Aracne, según la mitología grecorromana. era hija de un tintorero, famosa por su habilidad para tejer y bordar. Las alabanzas se le subieron a la cabeza a esta chica, que no dudó en autoproclamarse la mejor bordadora de tapices del mundo, superando incluso a Palas Atenea, la diosa de la sabiduría y de la artesanía. La diosa mostró su piedad hacia Aracne y le dió una oportunidad de retractarse: disfraza de anciana se presentó en su taller y le pidió que no ofendiera a los dioses, que podía salir muy mal parada. Pero esta desdeñó las advertencias de la anciana, llegando a manifestar que si hubiese un concurso de bordar tapices ella ganaría a la diosa. Reto aceptado. Palas Atenea se quitó el disfraz de anciana y el concurso comenzó.

La diosa tejió un tapiz que representaba su victoria contra Poseidón, triunfo que alentó a los atenienses a nombrar la ciudad en su honor. Aracne eligió un tema más banal: realizó un tapiz en el que estaban representados las infidelidades de los dioses hacia sus cónyuges: sobre todo de Zeus, siendo infiel a Hera disfrazado de animal. Aunque la ejecución del tapiz maravilló a la diosa, su temática logró enfurecerla, por lo que destruyó tanto el tapiz como el telar. Aracne, avergonzada y consciente de que su soberbia había sido la culpable de todo, salió fuera y se ahorcó, pero la diosa no le permitió morir, convirtiendo la soga en tela de araña y a ella misma en una araña.

Este es el mito de Aracne, la araña, con una enseñanza bien clara. Velázquez supo captar la esencia del enfrentamiento y plasmarla sobre el lienzo. Sin embargo hay quien ha querido ver también un guiño a la situación política del momento, y les ha otorgado a Palas Atenea y a Aracne ser las representaciones de Portugal y Cataluña, que tantos quebraderos de cabeza daban al Rey de las Españas en esos momentos.

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